En tiempos donde la desconfianza en la política gana terreno y la participación ciudadana suele verse relegada a los márgenes, La Quiaca escribe una página distinta. Bajo la conducción del intendente Dante Velazquez, el municipio ha logrado construir una dinámica de gobierno que trasciende ideologías, y que se apoya en una sinergia profunda con los referentes barriales y los vecinos organizados.
En una reunión reciente con representantes de múltiples barrios San Martín, 20 de Junio, 9 de Julio, entre otros se evidenció un clima de colaboración inédito, donde el protagonismo de la ciudadanía no solo es tolerado, sino convocado activamente por el propio jefe comunal.
Los testimonios expresan con claridad un nuevo paradigma: la política como herramienta al servicio del bien común, con el municipio como articulador, y la comunidad como motor.
“El compromiso de los vecinos es lo que nos da fuerza para avanzar”, expresó Velazquez ante los presentes.
Y no se trata de palabras al viento. Los propios vecinos plantearon obras concretas, ofrecieron participar aportando materiales, propusieron acuerdos solidarios para la construcción de cordón cuneta, accesos, y mejoras estructurales en los barrios.
“Estamos dispuestos a colaborar con la bolsa de cemento según nuestro frente”, dijo un vecino del 2 de Junio. Otro, del barrio San Martín, recordó que incluso están dispuestos a aportar cemento para obras pendientes, si hay una articulación clara con la municipalidad.
Esa disposición ciudadana no surge por obediencia ni por alineamiento partidario: es el reflejo de un vínculo reconstruido, donde la palabra empeñada por el Estado comienza a ser cumplida.
“Ustedes pongan la fecha y el horario para firmar el convenio. Vamos a hacerlo”, respondió sin rodeos Velazquez, confirmando que no hay progreso sin acción conjunta.
El diálogo también abarcó temas de fondo. Paola Faxi, representante del barrio 9 de Julio, consultó por los beneficios de incluir a La Quiaca como patrimonio cultural, y el intendente respondió con una mirada estratégica:
“El patrimonio no es solo una distinción simbólica, abre puertas a inversiones internacionales, a rescates patrimoniales, al turismo, pero también exige responsabilidad y coherencia en el desarrollo urbano”.
Este tipo de encuentros son mucho más que reuniones barriales: son ejercicios democráticos reales, donde la planificación urbana, la participación comunitaria y la construcción de consensos se dan la mano.
Y aunque no todas las voces coincidan en prioridades o enfoques, existe un acuerdo básico: avanzar.
Con disidencias, pero también con respeto mutuo y convicción colectiva.
En La Quiaca, la gestión de Dante Velazquez demuestra que la democracia se fortalece en la cercanía, no en los discursos vacíos.
Que gobernar no es imponer, sino escuchar, articular y habilitar.
Que una ciudad puede ser pensada desde abajo, con la gente como protagonista. Y sobre todo, que la grandeza de un pueblo no se mide por la uniformidad, sino por su capacidad de construir comunidad en la diversidad.
























